La magia de ser un niño es un recuerdo que atesoro con ternura y anhelo especialmente en los días más difíciles de la vida adulta. Aunque no podemos ser Peter Pan y evitar el proceso de crecimiento, creo que hay una magia diferente en la madurez. La clave está en encontrar el equilibrio adecuado entre la responsabilidad adulta y la capacidad de mantener viva la chispa de la niñez