Un escritor terriblemente vanidoso, que no podía soportar que nadie criticara sus obras, estaba un día en el café y entró un amigo diciendole:
Acabo de Hablar con uno que anda diciendo horrores de tus escritos.
-¡Esto es una ofensa! ¡Dime quien es! ¡Prónto!
-Es alguien a quien no conoces.
-Está bien: voy a salir a la calle, y al primero que no conozca: ¡le rompo la cara!