México es uno de los principales destinos turísticos del mundo, ya que miles de personas quieren vivir su propia aventura mexicana. Sin embargo, para muchos estudiantes de español, el español mexicano puede resultar un poco problemático en ocasiones. No solo por su acento cantadito, sino también por muchas diferencias que éste tiene respecto a la variante española, la cual suele ser la principal para la instrucción de extranjeros.

 

Generalmente, el español de México no suele variar mucho de las demás variantes del español. Sin embargo, además de la indistinción entre c, z y s, existen algunas diferencias culturales y gramaticales, que pueden llevar a malentendidos cuando algún estudiante de español se quiere comunicar en México.

 

Es por eso que en este artículo vamos a explorar algunas de las diferencias que existen en el español mexicano, en comparación con el español europeo.

 

 

Pretérito perfecto (antepresente) VS Pretérito indefinido (pretérito simple)

 

Como en muchos otros países de América Latina, en el español mexicano existe una clara diferencia entre el pretérito perfecto y el pretérito indefinido.

 

Mientras que en España se prefiere el uso del pretérito perfecto para indicar acciones ya realizadas, independientemente de si están vinculadas o no de alguna forma con el presente, en México (y otras partes de Latinoamérica) esto no es así.

 

El pretérito indefinido (o pretérito simple, como le decimos por acá) nos sirve para indicar acciones que, en efecto, sucedieron en el pasado y ya terminaron. Mientras que el pretérito perfecto (o antepresente), nos sirve para indicar ya sea acciones que iniciaron en el pasado y recién terminaron, o bien para acciones que hacemos repetidamente.

 

En España es común escuchar frases como:

  • He salido de paseo con mi madre y me he comprado un helado”.

 

Mientras que en México (y otras partes de Latinoamérica) sería:

  • Salí de paseo con mi madre y me compré un helado”.

 

En este tipo de situaciones, la diferencia no suele causar confusión, ya que se entiende que la acción ya terminó. Sin embargo, en otro tipo de oraciones, esto puede causar confusión. Por ejemplo:

 

  • He comido mucho”.

 

En España esta frase significaría que acabas de tener una muy buena cena. Sin embargo, en México (y Latinoamérica) esto significaría que ya llevas un tiempo sin controlar lo que comes y necesitas comenzar a hacer una dieta lo más pronto posible.

 

 

Todo es muy pequeñito

 

En más de una ocasión, muchos estudiantes de español se sorprenden al escuchar el uso extendido del diminutivo en el habla de muchos mexicanos, lo que genera incredulidad (“¡nada puede ser tan pequeño!”).

 

Lo cierto es que, en México, el uso del diminutivo no se limita exclusivamente a indicar el tamaño de las cosas, sino también para indicar amabilidad o cordialidad al referirse a un objeto, persona o situación.

 

Por eso, durante tu estancia en México, no te dejes llevar si te piden algo “por favorcito”, si te ofrecen “un tamalito”, “un cafecito” o si vas a “una reunioncita” o “comidita”; rara vez alguna de estas cosas resultará pequeña.

 

 

Nunca decimos que no

 

Los mexicanos somos incapaces de decir “no” de manera directa ante cualquier petición o invitación que nos hagan. De hecho, el hacerlo puede ser interpretado como un insulto muy fuerte hacia la persona que te hace la pregunta.

 

En estas situaciones, los mexicanos damos “largas” (excusas, pretextos o demoras interminables) ante situaciones a las que queremos decir que no, para no parecer groseros ante la petición que se nos hace.

 

Sabiendo esto, no te tomes muy en serio cuando alguien te responda “al ratito”, “yo te digo cuando” o “si, pero…”; muy probablemente estén declinando tu petición.

 

 

Reflexivos y “-les” por todas partes

 

Esta es una de las características del español mexicano que causa más dolores de cabeza a cualquier estudiante de español (y alguno que otro hispanohablante).

 

En el español de México, cuando hablamos de forma imperativa, solemos agregar reflexivos innecesarios como en “chécate esto”, o “cocínate algo”.

 

En este caso, el “-te” sobrante indica interés o ánimo de la persona que brinda las órdenes en que la otra persona las cumpla. Generalmente este sufijo le quita un poco de autoridad a la orden y la hace más cordial y animosa.

 

También existe la peculiaridad de los “-le” o leísmos. En estos casos, además de su uso habitual para indicar un objeto indirecto, el sufijo -le se agrega después de un verbo en modo imperativo para indicar que la orden se haga con más rapidez, ánimo o actitud. Algunos ejemplos pueden ser:

 

  • Córrele, que se nos hace tarde”
  • Cántale bien, ¡con ganas!”
  • Trabájale rápido, para que nos vayamos a tiempo”.

 

 

Finalmente, los regionalismos

 

“Híjole”, “orasí”, “wey”, “varo”. A veces parece imposible sostener una conversación con un mexicano a nivel informal. Esto, por la enorme cantidad de regionalismos que existen en el léxico mexicano, así como la creatividad que existe para usar cada una de estas palabras de maneras diferentes.

 

Lo cierto es que el español mexicano es muy rico y variado en todos los rincones del país, por lo que resulta difícil entender todos los regionalismos y expresiones que se usan en toda la república. Un mexicano de Monterrey, por ejemplo, no entendería todos los regionalismos de alguien de Mérida o de Veracruz, por lo que sólo con práctica y uso constante (además de un buen chingonario), se podrán dominar estas expresiones como un profesional. Ante las dudas, ¡pregúntale a un mexicano! La mayoría siempre estamos dispuestos a explicar nuestros regionalismos.

 

Como puedes ver, hay algunas peculiaridades con las que el español mexicano puede generar confusiones, dudas y hasta malentendidos, por lo que es importante conocerlas. ¿Qué otros problemas has encontrado tú respecto al español mexicano? ¿Te resulta fácil o difícil de entender? Deja tu comentario en la sección de abajo.

 

¡Hasta la próxima!

 

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