Nos acercan los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing así que es natural hablar de un momento que ocurrió en la edición de 2002, que implicó a un atleta de Australia.
Steven Bradbury, un nativo de Nueva Gales del Sur en Australia, participó en el evento de patinaje de velocidad de 1000m en los Juegos Olímpicos de Invierno de Salt Lake City hace 20 años, como un desvalido masivo porque fue el atleta segundo mayor de edad en el concurso y había sufrido lesiones graves en el periodo previo a los Juegos, en su cuello e incluso en una arteria de su pierna que provocó que casi muriera desangrado. Por las razones antes mencionadas, admitió que no tenía una posibilidad de ganar y simplemente decidió patinar lentamente detrás del resto de los competidores del nivel élite, que se compuso de múltiples medallistas de oro y campeones mundiales. Su expectativa fue que el carácter ambicioso de todos sus oponentes, teniendo en cuenta sus logros competitivos del pasado, hará que se arriesgaren con frecuencia y tengan colisiones en su busca de la medalla de oro, lo que permitiría que Bradbury gane si evita tales accidentes en las esquinas estrechas de la pista.
A pesar de las esperanzas poco realistas de Bradbury, a Bradbury le esperó el milagro de todos los milagros porque todos sus oponentes compitiendo cuello a cuello, se chocaron en la última esquina de la pista, lo que permitió que Steven Bradbury pasee hacia la linea final con cómodidad, asegurado la medalla de oro.
Por su victoria, Steven Bradbury fue declarado por la prensa australiana una leyenda y su presencia se puede sentir incluso en la lengua coloquial del país, porque la frase que se utiliza cuando necesitamos estudiar para un exámen dentro de una noche, cuando tenemos que beber una jarra de cerveza dentro de 5 segundos, cuando queremos aprender a hablar un idioma en un día solo o cuando tenemos que hacer algo imposible o difícil es, "don't worry, I'll just do a Bradbury."
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